lunes, 21 de junio de 2010

H.A. Covington, "Asesinato Ritual Judío Chicago 1955".





Asesinato Ritual Judío Chicago 1955
Por Harold A. Covington
(Traducido por Alrun)
La comunidad judía en Chicago, una de las más ricas en el mundo, siempre ha ejercido un grado extremadamente poderoso de influencia detrás de escena en la Ciudad de los Vientos, una influencia tan persuasiva y poderosa (si no lo es más) como la de los sindicatos italianos del crimen organizado, y más siniestra por ser mucho menos visible.
Entre octubre de 1955 y diciembre de 1956, un total de cinco niños blancos, tres niños jóvenes incluyendo dos hermanos y un amigo y dos hermanas adolescentes, fueron secuestrados y asesinados en una manera que sugería sacrificio ritual judío, el objeto litúrgico del cual es obtener sangre Gentil para mezclarse con el matzoh usado en varias ceremonias esotéricas judías como el Purim, Passover, y el Kol Nidre en Yom Kippur. Las víctimas de asesinato fueron John y Anton Schuessler Jr, Robert Peterson, y Barbara y Patricia Grimes. Ambos casos permanecen oficialmente sin resolver a pesar de miles de horas-hombre de investigación por la policía de Chicago. El caso Grimes de hecho fue presentado en un episodio de Misterios Sin Resolver hace varios años, pero el show no produjo pistas siguientes.
Los casos comparten ciertas características en común. Los niños, de edades de 14, 13 y 11 respectivamente, y las chicas de edad 12 y 15 fueron encontrados desnudos, pero ninguno fue asaltado sexualmente. De acuerdo con los reportes de Patología ellos fueron conservados vivos por algún tiempo después de que fueron reportados desaparecidos, sin embargo el inusualmente frio clima al cual los cuerpos de las chicas fueron expuestos impedía fijar una hora exacta de la muerte. Los cuerpos mostraban marcas de ligaduras en las muñecas y tobillos, indicando que habían sido atados o coaccionados. Todas las víctimas habían sido torturadas mayormente con cortes y punciones pequeños y superficiales, ninguna de las cuales suficiente para causar la muerte por sí misma. La causa oficial de muerte fue consignada como pérdida de sangre y shock debido a pérdida de sangre, sin embargo parece que Bobby Peterson, de 14 años, se resistió a sus atacantes y fue golpeado en la cabeza con un instrumento romo y estrangulado hasta la inconsciencia por manos fuertes con “uñas como garras” que dejaron marcas en su garganta. Todos los cuerpos de los niños fueron “drenados de sangre”.
Peculiaridades posteriores fueron observadas en el patrón de tortura. Las dos víctimas femeninas fueron atormentadas por repetidas heridas punzantes en el torso superior, muslos y nalgas, sugiriendo un elemento sádico sexual en las motivaciones de los asesinos, pero las dos jóvenes victimas masculinas, los Schuesslers, habían sido paralizadas a través de las manos, muñecas y pies por armas largas similares a clavos o punzones de carpintero, infringiendo heridas bastante similares a los llamados estigmas, las heridas de Cristo. Los ojos y las bocas de los niños también fueron mutilados en una manera nunca comentada al público.
Otro aspecto forense interesante en el caso fue que las heridas de los niños contenían trazos de un grano no especificado, entre otras cosas. ¿Harina para el matzoh? Patrones de piso de estera incrustados en la carne de una de las victimas indicaban que su cuerpo fue transportado en un automóvil Packard, un auto de lujo popular entre la gente más rica de la época que no fue fabricado más y que indicaba alguien con dinero suficiente para comprar y mantener semejante vehículo de lujo.
Lo que es interesante sobre estos casos no es el misterio sin resolver en sí mismo, sino ver las exageraciones a las cuales los judíos llegan para cubrir cualquier incidente sospechoso de asesinato ritual. Dado el intenso interés del público en el caso hubo, por supuesto, bastante cubrimiento por parte de los medios de comunicación. El Chicago Daily News publico una edición de la tarde detallando la naturaleza ritual de las heridas y especulando que miembros de un “culto religioso” podrían estar envueltos. A los diez minutos de que la edición llegara a las calles, fueron enviados camiones a recogerlas y traerlas de vuelta; todas las copias fueron sacadas de las estanterías y traídas de vuelta al edificio del News donde fueron quemadas.
Ocho copias de la edición fueron obtenidas por una mujer llamada Lyle Clark Van Hyning que publicaba un periódico conservador llamado Women’s Choice. Cuando ella llamó al Daily News para preguntar porque el periódico fue retirado le dijeron que había “quejas” sobre él y que podrían causar “malestar racial”. La señora Van Hyning tenía sus propias sospechas y envió al padre de los dos niños asesinados, Anton Schuessler, una copia del trabajo definitivo “Asesinato Ritual Judío” de Arnold Leese.
Schuessler leyó el folleto y quedo aturdido por lo que aprendió. El entonces cometió el error de ir a la policía y solicitar que se indagara el ángulo de un asesinato ritual en la investigación por la muerte de sus hijos.
El Sheriff de Cook County en ese tiempo era un judío llamado Joseph Lohman, y él inmediatamente puso al señor Schuessler bajo arresto por sospecha en el asesinato de sus propios hijos. Un comisario judío llamado Horowitz fue enviado al hogar Schuessler con una partida de hombres; habiendo saqueado la casa buscando “evidencias”, Horowitz entonces puso a la señora Eleanor Schuessler y a su familia bajo un virtual arresto domiciliario, prohibiéndoles abandonar la casa o hablar con cualquiera en el teléfono para que no “difundieran rumores sobre los judíos”. Los dos detectives a cargo del caso, tenientes irlandeses James Lynch y James McMahon se quejaron después furiosamente que los investigadores de Cook County enviados por Lohman habían destruido evidencia, amenazado y manipulado a los testigos, y en general habían impedido cada vez sus esfuerzos por resolver el caso.
Anton Schuessler tomo la prueba del detector de mentiras, la cual lo mostró completamente limpio, así como probó que el tenia una sólida coartada para los asesinatos. En vez de liberarlo, las autoridades lo enviaron a una institución mental privada en Des Plaines, Illinois, operada por el judío Dr. Leon Steinfeld. El señor Schuessler fue apresurado directamente a ser tratado con electroshocks, donde murió la misma tarde en que llegó al “Sanatorio”.
Hubo suficiente lamento público sobre la extraña muerte del desconsolado padre que una investigación pública sobre el caso Schuessler fue celebrada y el Dr. Steinfeld forzado a testificar. El afirmo que Anton Schuessler estaba sufriendo de “alucinaciones” y “ilusiones paranoides” acerca de “cierta gente que estaba afuera para atraparlo”. Steinfeld alegó que Schuessler había muerto de un ataque al corazón (Schuessler tenía 42 años y no tenia historial previo de problemas cardiacos).
En 1955, e incluso en Chicago, aun había algunos oficiales honestos, uno de ellos era el Forense de Cook County, un viejo irlandés llamado Dr. Thomas McCarron, que era también psiquiatra calificado. McCarron conocía al Dr. Steinfeld desde hacia tiempo. Durante la Segunda Guerra Mundial, Steinfeld había sido procesado por darle a jóvenes judíos varias drogas legales e ilegales que podrían darles fibrilaciones cardiacas, llenar sus pulmones de líquido para simular tuberculosis, darles mal color de piel, etc, para que ellos pudieran evadir el servicio militar. Steinfeld cobraba US$2000 por cabeza de cada uno de los pequeños judíos hijitos de mama que el escabullía de tener que enfrentar el duro y frio acero de los Nazis.
El Dr. MacCarron llamo a Steinfeld mentiroso y charlatán y entrego todos los documentos del caso al Fiscal de Distrito, recomendando que Steinfeld fuera procesado por perjurio y asesinato. El también denuncio a Steinfeld ante la prensa e hizo publicidad a su opinión de que el señor Schuessler había sido asesinado. En respuesta el recibió una orden oficial del Fiscal de Distrito para que no hiciera más comentarios públicos sobre el caso. Algunas noches después, para enfatizar la naturaleza seria de la advertencia, una pequeña bomba voló la puerta frontal de la casa de McCarron.
Pero hubo algo de justicia tardía. Algunos días después de que la investigación fuera cerrada, Leon Steinfeld abandono el país. El voló a Suiza para un “descanso reparador” y una mañana fue encontrado colgado en su habitación de hotel, aparentemente un suicidio. El columnista judío Irv Kupcinet estableció un “fondo de simpatía” y poco después se presento a la viuda del señor Schuessler, la madre de los niños asesinados, con US$ 100.000 recolectados de la comunidad judía de Chicago –una inmensa suma de dinero en 1955-1965, que equivaldría fácilmente a un par de millones hoy, y un gesto verdaderamente extraño de parte de los judíos para una víctima gentil, y alemana además, a menos que sea para comprar su silencio–.
Hubo una muerte mas conectada con este horrible caso. El autor británico Arnold Leese fue proveído por sus corresponsales en Chicago con cantidades masivas de recortes de noticias e información, incluyendo una transcripción de la investigación, y estaba trabajando en un relato definitivo del caso Schuessler como uno de los mejor documentados incidentes de asesinato ritual judío en tiempos modernos cuando repentinamente murió en la primavera de 1956. Ninguno de los documentos del caso Schuessler en los que estaba trabajando y que el mostro a un número de amigos y visitantes fue encontrado entre ninguna de sus posesiones que fueron inventariados después de su muerte. El último cabo suelto había sido atado.
Uno observa esas pequeñas y tristes caras en los empaques de leche hoy, y no puede evitar preguntarse….

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