martes, 11 de mayo de 2010

H.A Covington, "Desconocido, pero conocible".


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DESCONOCIDO, PERO CONOCIBLE
31 de mayo de 1997.
(Traducido por Bucelario)

Timothy McVeight ha sido traicionado. Ha sido traicionado por su mismo abogado. Ha sido traicionado por aquellos a los que se ha implicado con él en el atentado de Oklahoma City. Ha sido traicionado por el Gobierno Federal de los Estados Unidos, el cual concibió todo el incidente con la intención de rehabilitar a la desacreditada BAFT y aprobar la draconiana legislación antiterrorista de Clinton; y de esta manera, introducir la confiscación de armas y preparar la censura del debate político en los Estados Unidos.
Me han preguntado mi opinión acerca de la negativa del juez de la corte Richard Match a permitir testificar a la informante de la BAFT Carol Howe. Lo mismo ha sucedido con Dennis Mahon y Andreas Strassmeir. Debo admitir que he tenido que reconsiderar mis ideas al respecto. El súbito y conveniente “procesamiento” de Carol Howe es, en efecto, muy sospechoso; conforme a los medios de comunicación, no parece haber resto alguno de una auténtica evidencia contra ella o el pelele con el que vivía en la actualidad. Es difícil creer que no fuese procesada para manipularla y destruir su credibilidad como testigo.
La idea de que Dennis Mahon estuviera implicado en algo como esto es simplemente estúpida para quienquiera que lo conozca, como es mi caso. He tenido la oportunidad de hablar con dos personas que conocían bien a Andreas Strassmeir, y una me aseguró que “Andy” era “una especie de Gilligan alemán”, es decir, una torpe nulidad que jamás hubiera intentado hacer averiguaciones o causar problemas y que por alguna extraña razón únicamente parecía interesado en las maquetas militares y salir con mujeres americanas. El otro me juró que Strassmeir “actuaba de una forma demasiado estúpida como para ser estúpido”, pero se puede achacar a la retrospectiva combinada con la paranoia de derechas. Esta fuente también afirmó que Strassmeir hablaba constantemente de pistolas, bombas y violencia, la característica del provocador.
Comprendo porque el gobierno ha señalado a la inofensiva comuna de Ciudad Elohim para este tipo de maniobra. Nunca desde Waco, el régimen y sus perros falderos de Hollywood se han esforzado tan intensamente en “demostrar” que cualquier grupo de gente que decida separarse de esta sociedad de canallas y metepatas, retirarse y vivir a su modo son violentos maníacos a los que el valeroso BAFT tendría que meter en prisión. Pero, tras sopesarlo, aún creo que el asunto Strassmeir-Mahon es un sinsentido, no sólo porque haya una completa ausencia de evidencias, a excepción de una zorra confidente del BAFT, sino a causa de la gente que promueve el asunto Strassmeir-Mahon.
Específicamente, me muestro receloso por el denominado “militia e-magazine” que se titula “John Doe Times”, el cual apareció repentinamente en internet y se dedica íntegramente a intentar tildar al OKC de “neo-nazis”. Fue colgado por un grupo paramilitar que, a todas luces, carece de existencia fuera de internet, y está escrito, o así me lo parece, por alguien inteligente y elocuente que intenta escribir y actuar como un palurdo semianalfabeto.
También me resulta sumamente sospechoso todo lo que proceda del misterioso y altamente sospechoso “periodista independiente” que se hace llamar “J. D. Cash”. De acuerdo con los medios de comunicación, este hombre estaba aparentemente envuelto, junto a los abogados de la defensa, en una tentativa para inculpar a Louis Beam del atentado. Fue “Cash” quien trajo a Carol Howe e inició todo el asunto Strassmeir, con el que se intentó complicar no sólo a Mahon, Beam y a Ciudad Elohim sino también al abogado de la cruzada Kirk Lyons quien (¡sorpresa, sorpresa!) se había encargado de los injustos pleitos de Waco. Tanto como me concierne, “Cash” intentó matar varios pájaros con el tiro del OKC.
Más allá de todo esto, tuve un problema. Como la mayoría de vosotros saben, creo conocer mínimamente el secreto de lo ocurrido en Oklahoma City. Sin embargo, sobre mi pesa un mandato judicial con órdenes de no publicar nada al respecto, lo cual no se ajusta a los parámetros oficialmente establecidos sobre la especulación en torno al tema.
Si este mandato viene de otra parte de la que lo hace, deberé celebrarlo con repicar campanas el día de mañana, un abogado de las Libertades Civiles me acompañará y desafiaré este asalto completamente inconstitucional a mis derechos civiles. Sin embargo, resultó bastante claro al cabo de pocos meses que la gente envuelta en este grotesco episodio (y hay más de uno) tenía como objetivo conjunto degradar y desacreditar al Movimiento racial nacionalista Ario al completo, mediante la creación de un espectáculo público que convierta en un hazmerreir a quien tenga una visión racial y para que nos lancemos el fango entre nosotros.
Cada vez es más evidente de quien son los intereses a los que se sirve en este asunto. Y me alegra decir que, por fin, se ha caído en la cuenta dentro del Movimiento que esa gente no es quien dice ser, y no lo ha sido jamás. Pero esto no me ayuda en lo tocante a publicar dentro de la industria editorial lo que es la verdad sobre Oklahoma City.
En estos momentos, he decidido no tocar este espinoso asunto en particular. Si creyese que lo que sé pudiera modificar el desarrollo de los acontecimientos sería diferente, pero es obvio que ahora se nos mira como si fuésemos encubridores del asesinato de JFK; y cualquier cosa que yo pudiese decir sería sencillamente ignorada por los medios de comunicación y el equipo que defiende a McVeight, como efectivamente ocurre.
Este problema no existirá siempre, y hay maneras y caminos para que la verdad se pueda llegar a conocer. Hasta entonces, mis opiniones acerca del asunto pueden resumirse en lo siguiente: la verdad sobre Oklahoma City no se conoce, pero es conocible.
88.
Harold A. Covington


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