domingo, 24 de enero de 2010

Organización Lucha del Pueblo, "Lineas Para una Lucha Revolucionaria"


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La Organizacion Lucha del Pueblo fue un grupo italiano de caracter nacional revolucionario ( para el lector poco conocedor, la corriente nacional revolucionaria es una corriente similar y/o simpatizante del fascismo y del nacionalsocialismo) activo en los años setenta. Este texto corresponde a un panfleto editado por ellos, y muestra, de una manera clara, la praxis revolucionaria.

Líneas para una Lucha Revolucionaria
(extractado de un panfleto clandestino de "Lotta di Popolo", mayo-junio 1971)
(Traducción de Santiago Rivas)

Sobre la estrategia y la táctica de la acción revolucionaria

El deber fundamental de la vanguardia revolucionaria, por lo tanto, consistirá en la destrucción -en su actual contenido- de los instrumentos del capitalismo, y en err
adicar los mitos, las costumbres, la mentalidad de slogans y de lugares comunes que el sistema ha impuesto.
No se trata de "reformar" el sistema, no de defender algunas de sus realidades frente a otras -las contradicciones en el seno del sistema siempre se resuelven por el interés superior del sistema mismo-, sido de acabar con el sistema en sí y en cuanto tal, de individuar los puntos de autonomía, de resistencia, y de preparar la revuelta como un ataque a los mismos fundamentos del capitalismo.
Se trata de edificar una fuerza real y libre de toda pasión doctrinaria, capaz de llevar primero al conocimiento, y después a la responsabilización, y por fina la lucha a todos los individuos que hasta ahora no han sido integrados en el sistema productivo-consumista: el subproletariado, las minorías revolucionarias del proletariado industrial y campesino, los estudiantes, o cualquier hombre libre que opere en un determinado sector (ejército, magistratura, mundo de la técnica y de la investigación...), hombres de pensamiento extraño a la "inteligentzia" y al intelectualismo del sistema.
La desintegración en el interior de los países capitalimperialistas y la revuelta de los pueblos del Tercer Mundo ha conducido a la asimiliación por parte de la burguesía de los canales potencialmente revolucionarios; mientras el pueblo progresivamente se va aburguesando, el colonialismo político ha cambiado su rostro por un colonialismo exclusivamente económico-cultural. La vanguardia revolucionaria deberá tener presente de guardarse de las tesis "fatalistas" y de las eventuales promesas de los profetas pseudo-científicos: sólo una voluntad lúcida es la que puede formar la historia, y esa fuerza debe traducirse en acciones dirigidas contra el sistema.; la vanguardia revolucionaria deberá ocupar sin premura el espacio político-social en donde esa voluntad pueda traducirse en fuerza y en acciones reales.
En la presente situación histórica, la única realidad revolucionaria es aquella que se opone al enemigo real: el capitalimperialismo, y la que delinea la marcha hacia un orden humano auténtico, y este orden, al día actual, sólo puede estar representado por una Europa liberada a través de la lucha del pueblo.
Una Europa que adquiera su unidad en la maduración y en la convergencia revolucionaria de los pueblos europeos: no un Tercer Bloque dispuesto a ocupar su lugar imperialista, sino una fuerza-guía de todos los pueblos oprimidos por la Santa Alianza soviético-americana, una Europa capaz de liberar al hombre de la opresión del dinero y de las técnicas de la usura.
La lucha de las vanguardias revolucionarias de los países europeos debe -sin perder de vista la lucha de los pueblos del Tercer Mundo- tender a encontrar la salida justa para todos los pueblos de Europa.
Y para conseguir esto no sirven los lanzamientos de programas, la estéril idolatría de los esquemas intelectuales que ahogan la realidad histórica actual. La única lucha coherente consiste en acentuar las contradicciones y los puntos débiles del sistema para acelerar así la crisis permanente.
La Vanguardia Revolucionaria nace de la realidad de un tipo humano que no ha sido "integrado" y que se organiza "desde la realidad". Es capital que la Vanguardia Revolucionaria tenga siempre presente el peligro representado por la infinita capacidad de absorción y de instrumentalización de la sociedad burguesa para anular la combatividad revolucionaria de los hombres libres: si quiere servir de juego al sistema, la Vanguardia Revolucionaria no debe intentar "imitar" a la "democracia" (tal y como hacen los reformistas pseudo-revolucionarios); ni siquiera "invocar" a la "democracia" (como hacen los "rebeldes"); y mucho menos "insistir" en la "democracia" (como hacen los intelectuales populistas y los sindicatos, siervos del capitalismo).
El problema fundamental consiste en estirpar las desvirilizantes costumbres mentales impuestas por la filosofía y por la "cultura" burguesa, en refutar sus pretendidos logros, desmitificar sus mitos y en negar su falsa realidad.
Necesitamos habituar a las masas en la lucha permanente y en la negación sistemática de todo aquello que es "oficial" y "típico" de "esta" sociedad y de "esta" cultura: sólo así podremos romper los vínculos de fondo que unen a las masas con la sociedad de consumo; sólo así podremos impedir cualquier compromiso entre las fuerzas revolucionarias y el poder burgués: Por la Cultura contra la "cultura oficial", por la Ciencia contra la "ciencia oficial", por la Moral contra la "moralidad oficial".
Al conducir a las masas a la lucha -incluso reivindicativa-, la acción revolucionaria no debe mirar tanto hacia las mejoras materiales, cuanto al cambio radical de valores y de costumbres, así como de las estructuras sociales, para eliminar la sustancia materialista y capitalista .
Todas las acciones políticas, sociales, culturales, sindicales, son válidas e cuanto sirven para mantener y acentuar un estado de tensión ideal y social en un sentido revolucionario antiburgués, y la validación de la utilidad de dichas acciones prescindirá siempre de los resultados contingentes de las acciones mismas; para ello, la Vanguardia Revolucionaria no debe tomar nunca como un fin en sí la conquista de objetivos parciales (un gran peligro, pues pudiera suponer un parcial agotamiento de los motivos de la lucha revolucionaria), sino que estos objetivos deben servir para acrecentar la tensión revolucionaria, que no debe cesar hasta la obtención de nuevos "mitos" y de nuevos auténticos valores provocados por la acción educativa sobre las masas de la Lucha del Pueblo.

Sobre la moralidad de la acción revolucionaria

En la praxis de la Lucha del Pueblo, y en la clara visión interior de los hombres que deben conducirla, será esencial el dotarse de una ética nueva.
Las masas están hoy en día educadas en el culto al "bien económico" y a la "propiedad" (privada o pública, da igual) en una sociedad en la cual la medida de los hombres está basada en el solo bien económico, y cuyo último fin ético es la tutela de este bien económico. La función primera y determinante de la Lucha Revolucionaria será la de elevar a las masas a la capacidad de concebir valores, digninades y poderes que no tengan conexión alguna con la "fuerza económica", en la visión de un orden más alto, donde, aún reconociendo que el "poseer" es un complemento necesario de la personalidad humana, no se absolutice la importancia de este medio, "de-jure", como la única realidad sostenible".
La Lucha Revolucionaria, por tanto, contra todo juicio negativo basado sobre la interpretación burguesa del derecho y de la moral, posee un altísimo contenido ético: su moral está basada en el hombre que puede realizarse a sí mismo, del hombre que pretende reconquistar el derecho de "hacerse" su propio destino: volviendo a elevar al hombre sobre las estructuras, al centro de la historia.
La Lucha Revolucionaria es siempre un acto moral en cuanto que pretende liberar al hombre de las fuerzas que le son extrañas, en cuanto que es un instrumento del hombre para reconquistar su propio destino, en cuanto que es un instrumento situado frente a las presuntuosas abstracciones intelectuales lejanas a la plenitud humana.

¿Qué se pretende?
La Sociedad Integral, el nuevo mundo que intentamos construir, no es la Ciudad del Sol, la "Utopía" o el Paraíso Terrenal; la lucha y las contradicciones seguirán existiendo, pero devolviendo al hombre sus pasiones, su realidad y sus exigencias psíquicas. Será una sociedad, por lo tanto, liberada de las leyes de la usura y de las entidades metafísicas que le son extrañas al ser humano.
La diferencia sustancial entre "esta" sociedad y la sociedad revolucionaria consistirá, de hecho, en que el poder político no estará condicionado por el poder económico; en que el capital no será el motor y el fin del movimiento social, sino sólo un instrumento de la convivencia civil bajo la coordinación del poder político; que el poder político promoverá la participación directa de cada individuo -según su propio grado de responsabilidad- en la vida común; y, ante todo, que el ser humano podrá reconquistar la integridad de sus capacidades creativas individuales y su irrenunciable dimensión humana de responsabilidad y de dignidad que solo pueden ser posibles en un orden que no observe a los ciudadanos como "masas" o como "clases", sino como un conjunto de hombres individualizados y caracterizados, como personas.
Nuestra lucha no nace en nombre de una ideología -esquema antihistórico que ha sido privado de todo significado y de toda actualidad en el devenir de la vida en común- sino en nombre de una Visión del Hombre, del Mundo y de la Historia vista interiormente y expresada vitalísticamente -a través de la praxis de la Lucha Revolucionaria- en un existencialismo activo.
Pretender delinear la Sociedad Integral, es decir, lugar en el cual el hombre sea creador, partícipe y responsable, significa reducir la Lucha del Pueblo en esquemas paralizantes.
Nunca seremos teorizadores o rígidos doctrinarios -a los que la Historia consume y devora. Nuestra pretensión es liberar al hombre del alto precio pagado por el progreso tecnológico en las exigencias de la usura internacional. No tenemos ni el pretexto ni la intención de racionalizar la historia. Los revolucionarios queremos ser portadores de valores que se afirman con la conquista del poder: las ideas sólo caminan en la voluntad y en el coraje de los hombres.

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